1 David se dijo a sí mismo: «Algún día voy a perecer a manos de Saúl.
Lo mejor será refugiarme en tierra de filisteos. Saúl dejará de perseguirme
por todos los términos de Israel y escaparé de sus manos.»
2 Levantóse David y pasó, con los seiscientos hombres que tenía, a
Akís, hijo de Maok, rey de Gat.